¿QUÉ QUEREMOS HACER?

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¿QUÉ QUEREMOS HACER?



 



“Los emigrantes españoles siempre se han caracterizado por el amor a sus raíces, por su honestidad y solidaridad, y por su espíritu emprendedor y de trabajo…” Lo dijo el rey Felipe VI en Veracruz (México) cuando asistía a la XXIV Cumbre Iberoamericana



Curiosamente, al lado de esta noticia aparece otra en la que se dice  “2000 emigrantes retornados se manifiestan en Madrid contra la discriminación por el hecho de cobrar una pensión del extranjero”. Y más abajo se nos informa sobre el proceso de devolución de cantidades,  por parte de la Agencia Tributaria, y que fueron indebidamente (digo indebidamente, no ilegalmente) cobradas a determinados emigrantes



Ahora mismo la “sangría” de españoles que se dispersan por el mundo alcanza sumas preocupantes (más de 40.000 en el primer semestre de este año). Miles y miles de millones de euros, tanto de procedencia pública como privada,  invertidos en  preparar a excelentes profesionales para que sean explotados ( en la mayoría de los casos)  por otros países, con salarios y condiciones inferiores a las que corresponde a su preparación y capacidad para producir riqueza.



Sigue diciendo el  Rey Felipe que “seres tan extraordinarios merecen todo el respeto, admiración y aprecio”. Pero, sinceramente Majestad, permítame que le inquiera. ¿Se puede hablar de respeto a un colectivo al que únicamente se le azuza para que envíe divisas y engorde las arcas del Estado a través de impuestos y negándole un sistema adecuado y justo de ayudas y subvenciones?. ¿Existe realmente  admiración hacia un colectivo al que siempre se le ha denostado y despreciado? El único aprecio que atisbo, Majestad, como emigrante, hijo, nieto y padre de emigrantes es el que me proporciona mi entorno familiar, porque a los amigos casi tengo que ocultarles que soy emigrante.



Hay demasiada hojarasca que no nos deja ver una realidad palpable. Y me temo que esas buenas sensaciones que siempre provoca el oir aquello que satisface nuestros pensamientos, acabe siendo escombro de hemeroteca que sólo se utilizará para la cita lisonjera o para completar el siguiente discurso que cerrará la ilusión de una vida deseable



¿Qué queremos hacer? Seguir una y otra vez con una letanía que ya nos aburre, sobre si estos son  peor y aquellos mejor…o, al revés. La pregunta de  ¿qué queremos hacer? no es más que una pregunta hecha al viento, con escasa o nula repercusión mientras no exista la voluntad de hacer lo que es necesario hacer por ser necesario. Pero las necesidades sólo son expresiones de unas carencias que nadie atenderá mientras no nos convenzamos de su exigencia.



Estamos ahora muy entusiasmados en modificar la Constitución, como si eso fuese la panacea para resolver los  problemas que nos acechan actualmente. Y menos se van a resolver si no sabemos lo que queremos modificar, para qué y con qué consecuencias. ¿Acaso no nos hemos enterado que nuestras leyes vienen “pre-cocinadas”, en su mayoría, por el Parlamento de la UE? ¿ y qué capacidad de influencia tiene el colectivo de  la emigración ante el Consejo o el Parlamento europeo?  “Qué queremos hacer…” no es una pregunta retórica, es simplemente la necesidad de conocer bien  el presente y  diseñar adecuadamente  nuestro futuro



 



Diciembre 2014                                                                                                Fdo. Ricardo Martinez Barros


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