OTRA VEZ LA DEPENDENCIA

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OTRA VEZ LA DEPENDENCIA



 



 Hace varios meses publicábamos en esta misma sección el trabajo “La Ley de Depedencia y la Pendencia de la Ley”. Y, entre otros, decíamos: “…A algunos se les llena la “boca de agua” afirmando que ya son 500.000  personas las que están dadas de alta o registradas para beneficiarse de esta Ley. Y eso significa que en cada esquina o rellano de la escalera tendríamos que tropezarnos con un “dependiente”…Pero  no debemos confundir “estar registrado” con  “ ser beneficiado”. Ahora entiendo por qué se llama “Ley de Dependencia”… O sea, depende de lo que queramos “vender”. Si vendemos “estadística” pues hablamos de “dependientes registrados, pero si hablamos de “personas beneficiadas, que es lo que importa, no alcanzamos el 10% de aquella cifra.



 



            Parece ser que ahora, según la Ministra de Sanidad, hay 225.000 dependientes más de los que en un principio estimó el Gobierno. Y hay una “lista de espera” de unas 300.000 personas. Y por si no hubiese suficiente confusión en el sistema, la nueva Ley de Dependencia trata de rebajar hasta un 15% las cuantías de las ayudas, si bien parece que se alcanza un acuerdo entre las Autonomías y el Ministerio que permite no bajar de los 532 euros la mes como mínimo.



 



            Desde que entró en vigor la Ley 30/2006, de 14 de diciembre, coloquialmente llamada “Ley de Depedencia”, se han publicado más de 15 Reales Decretos, infinidad de Ordenes Ministeriales y otras resoluciones, aparte de las normas dictadas por las Comunidades Autónomas. Y seguimos. Y todo esto para acabar admitiendo que ni sabemos los “dependientes” que tenemos ni disponemos de medios suficientes y dignos para atender a sus necesidades. Y a ello habría que añadirle otro elemento que nos define, y del que en  la Union Europea ya nos tiene “calados”, que es la picaresca a la hora de “mover los papeles y los padrinos” para hacer creer que hay “dependencia” allí en donde solo hay  “mentirencia”.



 



            Si algún derecho ha de considerarse prioritario y especial para alcanzar la igualdad entre los ciudadanos y amparar su dignidad, ese derecho es el derecho de atención de las personas en situación de  dependencia. Y aunque sólo fuese por intereses egoístas y de protección de nuestro futuro, merecería la pena que los políticos, y la sociedad en su conjunto, forzasen un tratamiento más adecuado y digno para las personas que desgraciadamente se ven imposibilitadas de valerse por sí mismas. Un Presidente de Gobierno, Adolfo Suárez, sufre de alzheimer. Tiene la suerte de disponer de medios económicos y de familiares que no precisan del beneficio que les reporta la Ley de Dependencia. Pero no todo el mundo ha sido Presidente del Gobierno, ni dispone de los medios económicos y familiares suficientes para su atención. No estaría de más hacer una reflexión sobre lo que podemos ser en un futuro y las atenciones que precisaremos. Por si acaso. Y aunque, por el momento, los legisladores de la Patria tienen asegurado su futuro con las pingues pensiones y consejos de administración que se “autoimponen”,   yo no me fiaría de ese futuro tan bien programado, porque aquí ya nadie sabe si estamos ahogados, estamos ahogándonos o simplemente estamos esperando que nos rescaten, ahogados o medio-ahogados. Es igual, porque al final “siempre estamos dependiendo de los otros



 



Julio 2012                                                                                                         Fdo. Ricardo Martinez Barros



 



 


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