¿SOLUCION PARA LOS PISOS HIPOTECADOS?

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¿SOLUCION PARA LOS PISOS HIPOTECADOS?



 



Entre 1996 y 2007 hubo una sobreproducción e inflación en los precios de las viviendas, con unos sistemas de control inadecuados y unas conductas personales y colectivas que tenían la protección de los sistemas operativos más allá de unos límites asumibles. Y esto dio lugar a que nos situásemos en índices de construcción que superaban diez veces los de cualquier otro país europeo y sin que nadie reparase en ello, a no ser para azuzar esa vorágine del ladrillo y para recrearnos en un podio que tenía las bases de barro.



Con una tasa de  paro general  del 24% y un paro juvenil que ronda el 50% (también aquí somos líderes mundiales) estamos asistiendo a dramáticas escenas de desahucios, desesperación frente a la  impotencia para pagar los alquileres y las cuotas mensuales de los créditos hipotecarios, y personas mayores que han tenido que desempolvar unos ahorros, que eran intocables, para atender a la desesperación de hijos y nietos. Este es el panorama al que llegamos por nuestra propia inconsistencia, y por la “caradura” de unos cuantos indeseables, que van desde los representantes sindicales hasta los cargos políticos, económicos y deportivos que se han repartido, y siguen haciéndolo, el esfuerzo y ahorro de los que tienen conciencia del valor del trabajo y de la profesionalidad. Con aquellos nunca se metieron ni los Inspectores de Hacienda ni los Inspectores de Trabajo y siempre encontraban al Organismo “amigo” para rascarle ayudas y subvenciones. Por eso no es de extrañar que ahora afloren conductas delictivas que ni deben extrañarnos ni deben forzarnos a compasión.



Con este panorama es difícil encontrar una conducta que no merezca el reproche social. Y por eso  se hacen intentos para paliar, a base de “reales-decretos”, una situación que es mucho más grave de lo que se nos dice. Eso es lo que pretendía, de forma muy tímida el reciente R.D. Ley 6/2012, de 9 de marzo, por el se aprueba un paquete de medidas urgentes de protección de deudores hipotecarios. Y esta medida, en la práctica, ¿sirvió o sirve para algo?  Sinceramente, y bajo mi humilde punto de vista, para nada. No sirve para nada,  porque los requisitos a cumplimentar son tan exigentes y complejos que hacen  que esta medida no alcance el fin propuesto.



Otro de los intentos que, sin embargo, sí está teniendo una gran repercusión y unos resultados palpables actuales es la intermediación de los Colegios de Abogados entre los deudores hipotecarios y los bancos. Los bancos son conscientes que, a través de las vías legales, lo que adquieren es un inmueble más, incrementando su patrimonio inmobiliario con un valor que ha descendido hasta el 50% del valor del dinero prestado, aparte intereses y costas. El coste de un proceso judicial de adjudicación en subasta de un bien hipotecado puede ascender hasta los 6.000 euros. Y a los bancos no les interesa acumular más pisos, locales o edificios, y han de buscar liquidez para sus cajas fuertes. Por eso la iniciativa del Colegio de Abogados de Terrassa, seguido por el de Jerez de la Frontera, al que le imitan  el de Granada, Almeria, Ourense,  creando sus oficinas de intermediación es muy plausible,  pues, con un coste no superior a 166 euros por expediente, están alcanzando porcentajes de acuerdos (68%) que obliga a reflexionar  si por esta vía es por la que ha de reconducirse una situación que se halla tan al límite. Pero además con este sistema  se logra que se reduzcan hasta un 70% los futuros procesos de ejecución hipotecaria, rebajando con ello la carga de los Juzgados y ahorrando también en gastos de Justicia. 



Las soluciones que se han dado van desde daciones en pago, daciones en pago con alquiler social posterior,  hasta refinanciamiento con carencias o sin carencias, etc. Pero hay otras muchas



 No cabe duda que la intermediación de cualquier agente social exige que las “posiciones” de las partes en litigio (bancos y deudores hipotecarios) se flexibilicen y tomen conciencia de que el equilibrio en el sacrificio ha de primar sobre el equilibrio en la obtención de beneficios. Pero ya nadie duda que, en tiempos de crisis, el diálogo es tan necesario como operativo.



Algo tendremos que hacer. Todo menos levantarnos todos los días y maldecir la época en la que nos ha tocado vivir. Ni eso soluciona nuestros problemas ni los problemas de nuestros hijos y nuestros nietos. Por eso debemos aplaudir toda idea que conduzca a mejorar nuestra situación, como la que aquí exponemos, sin excluir a otras posibles que también las habrá. ¿O no?



 



 



Mayo 2012                                                                                                        Fdo. Ricardo Martinez Barros


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