¿LOS UNOS CONTRA LOS OTROS?

¿LOS UNOS CONTRA LOS OTROS?



 



¿Esta pandemia va a seguir destruyéndonos? No, no me refiero al COVID-19, sino a ese mal endémico de las “dos españas”, la que exhibe progresía  contra la que se abraza al pasado, la de los que están posesión de la verdad contra los que se equivocan siempre, la que trabaja contra la que holgazanea….La del odio y el resentimiento contra la que proclama olvido y perdón



 



¿Nadie es capaz de elevarse por encima de la mediocridad para alertar sobre lo que ya Antonio Machado visionó con lucidez poética en el año 1912?



Españolito que vienes

al mundo, te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.



¿Qué está buscando cada bando? ¿Autodestruirse? ¿Acaso el contrario no aporta alguna virtud, alguna iniciativa plausible?



 



¿Seguimos siendo tan estúpidos que sólo escuchamos a nuestras sirenas,  que con   sus melosos cantos nos pueden arrojar contra las rocas?



 



Hago estas breves reflexiones, porque estoy observando, como jurista, el  total desencuentro frente a elementales principios que sustentan el entramado normativo de nuestro país. Si fallan los principios de legalidad, de seguridad jurídica y el  principio jerárquico de las leyes, va a ser muy difícil que la Justicia cumpla su verdadero cometido, y que no es gobernar,  sino poner limite a los otros poderes. Si a la “Justicia se le ata” con nombramientos de  turiferarios que obedecen las instrucciones del Poder Ejecutivo, o a la  Justicia no se le dota de sus  “instrumentos necesarios” (leyes justas, y funcionarios íntegros y dotaciones adecuadas a las necesidades) de nada vale seguir hablando de Democracia o de un Estado progresista, sino de algo incalificable y de resultados no deseados



 



Cierto que el alarmismo no es buen consejero para enfocar y resolver los problemas. Pero peor consejero es el “estado de crispación de unos contra otros que estamos padeciendo”.  Y así va a resultar imposible que, por lo menos, nos ilusionemos sobre futuras medidas de protección y amparo a la emigración española. Los unos contra los otros no fueron los que labraron esa obra magna de la concordia que se llama Constitución española de 1978. Los unos contra los otros, que ahora visionamos y padecemos, es una destrucción de la convivencia y el progreso, porque el progreso no viene por tener unas siglas, sino por ejercer el sentido común, la ponderación y el premio al que trabaja y produce. Y de todo esto  los emigrantes españoles sí que pueden darnos alguna lección. ¿Vamos a seguir viviendo  los unos contra los otros?



18 de mayo de 2020                                                            



RICARDO MARTINEZ BARROS


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