CUSTODIA COMPARTIDA DE LOS HIJOS

PUBLICADO ESPAÑA EXTERIOR



CUSTODIA COMPARTIDA DE LOS HIJOS



 



A esta sociedad de inicios del siglo XXI se le están escapando determinados valores que constituían y constituyen un soporte necesario para apuntalar las débiles estructuras de la convivencia y la solidaridad. O creemos en el grupo por encima del individuo o elevamos al individuo a la categoría de ser exclusivo y excluyente. Hablar de familia, de amistad, de autoridad, de compromiso … es hablar de valores trasnochados e innecesarios. Sólo importa la posición individual de la persona, su poder, su dinero, su no-compromiso. Es una lucha desesperada por encontrar una falsa libertad e independencia. Se aborrece la sujeción a las personas (familia, hijos, pareja, amigos), pero se adora la atadura a las cosas (móviles, viajes, ropa, coches …).



Y en medio de esta tremenda convulsión, asistimos atónitos a la destrucción de conceptos y principios que configuran el Derecho de familia. ¿Qué queda del Derecho de familia si desaparece la propia familia?.



Por primera vez en la Historia de la Humanidad, un suceso que afecta a una menor (caso Madeleine) desaparecida en el Sur de Portugal, está sirviendo para conectar todos los sistemas de esta civilización y también para hacer uso de los instrumentos-fetiche que tanto agradan a la gran masa del consumismo.



El caso de esta menor eleva a la categoría de “producto multi-media con portavoz incluido” es un simple reflejo de un mundo volcado en utilizar a sus menores. Es el mundo de la “victimización del menor”. Y precisamente un capítulo de esa “victimización de menores” se halla incrustado en la figura de la “CUSTODIA COMPARTIDA” de la que vamos a hablar hoy.



CUSTODIA COMPARTIDA



El término es equívoco, pues la “custodia compartida” sólo se produce cuando la pareja está unida y COMPARTE la educación y atención al menor, sin embargo el concepto “CUSTODIA COMPARTIDA” se aplica cuando la pareja se ha roto y cada miembro de la pareja, por separado, y alternativamente ejercen las funciones de padre o madre, de ahí que en vez de “custodia compartida” debiera hablarse de “CUSTODIOA ALTERNATIVA” y los efectos que de la misma derivan contraídos a lo que ha dado en denominarse SINDROME DE ALIENACION PARENTAL (en adelante SAP).



Dos Leyes, Ley 13/2005, de 1 de julio y Ley 15/2005, de 8 de julio han tenido gran incidencia en la nueva redacción de los preceptos del Código Civil relativos a la materia del derecho a contraer matrimonio, separación y divorcio, respectivamente.



Hay una gran obsesión por regularizar el mundo de los mayores; pero los efectos derivativos para los menores apenas si se tienen en cuenta.



Con la Legislación actual, el Juez acordará la CUSTODIA COMPARTIDA necesariamente si ambos progenitores o padres de común a cuerdo así lo solicitan.



También el Juez puede acordar la CUSTODIA COMPARTIDA a instancia de uno solo de los progenitores,  y siempre que sea favorable el Informe del Mº Fiscal y que con ello se proteja adecuadamente al menor.



Pero si uno de los progenitores está incurso en procedimiento penal  (hasta que haya denuncia y que el procedimiento esté en curso, aunque la denuncia sea falsa, por ejemplo) no procedería la CUSTODIA COMPARTIDA.



Es decir, que, decretado por un Juez la CUSTODIA COMPARTIDA (o alternativa, como nos gusta llamarle) y denunciada una agresión por parte de uno de los progenitores contra el otro, éste último se vería privado de compartir educación y custodia del menor a razón de esa denuncia. ¿Cuántas denuncias SE SIMULAN para no compartir la custodia del hijo con el otro progenitor? La estadística dice que el 50%. Y la pregunta siguiente sería ¿por qué no se castiga severamente al progenitor que formula una denuncia falsa? A lo mejor le hacíamos una gran favor al menor.



El síndrome de Alienación Parental (SAP) es otro mal desconocido que va destruyendo los principios básicos que configuran la personalidad del menor. La educación en el odio  que se le inyecta al hijo para que aborrezca al otro progenitor configura también una de esas abominables conductas que deforman los valores en los que debe crecer el que va a formar parte de la sociedad adulta futura.



No creo en los parches que abogan por sistemas de mediación o la intervención conjunta de especialistas, jueces, abogados, fiscales. El problema reside en preguntarse si merece la pena salvar a la familia



Vigo, 27 de septiembre de 2007





Ricardo L. Martínez Barros.


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